Las desventajas de vivir en un
BARRIO BOHEMIO
Habitar en un sector atestado de pubs, restaurantes y discoteques puede resultar todo menos tranquilo. Aún más si se toma en cuenta que es uno de los lugares más agitados en Santiago.
Sin embargo, para aquellas personas que habitan en este sector, puede resultar complicado lidiar con un lugar que siempre tiene vida. Y es que en la calle Pío Nono, epicentro de las fiestas nocturnas, no hay rincón libre de ruido. En esta reconocida zona, hay desde tiendas de maniquíes, pasando por una gran cantidad de pubs, hasta reconocidos centros gastronómicos. Al llegar al final de la calle, se puede visualizar el cerro San Cristóbal en su esplendor, cuyo funicular transporta todos los fines de semanas a los niños junto a sus familias, al Zoológico, propiedad del Parque Metropolitano.
Pese a todas estas notables características del Barrio Bellavista lado calle Pío Nono, los únicos que no pueden disfrutar plenamente de su atractivo, son los vecinos. El lado oscuro de todo este colorido barrio, son las discusiones de la gente que sale de las fiestas, y las personas que salen ebrias de los locales y que luego duermen en los asientos que ha dispuesto la municipalidad en su plan de renovación.
Con todos estos problemas, los vecinos de la calle Pío Nono, piden más que reestructuraciones de la fachada, medidas para paliar la delincuencia y prohibir los escándalos nocturnos. De esta manera, existe una contradicción entre la calificación de “patrimonio cultural” que recibe este barrio, con la escasa protección policial que hay aquí. Si bien, en el último tiempo zonas comerciales como Patronato y el mítico barrio Meiggs, han añadido seguridad en sus calles, con intensa vigilancia de carabineros, no es el caso de Bellavista.
En este sentido, Víctor Urrutia de 35 años, y habitante de un edificio de la calle Pío Nono, asegura que “los ruidos son insoportables los fines de semana, tenemos que cerrar todas las ventanas, porque se escucha como se quiebran los vidrios, como tiran las botellas, las peleas, los gritos y todos los escándalos”.
Además, otro de los inconvenientes para los vecinos, son las pandillas. “Hay bastantes y vienen muy seguido. Las hay de punks, de pokemones, y de otras tribus más. Se sientan a tomar afuera de nuestra casa, sentados en la vereda. De repente llega otra tribu enemiga y se ponen a gritar, y a veces termina en peleas más grandes.
Nadie controla para que no ocurra esto” explica Urrutia, quién finalmente manifiesta que está en proyecto de cambiarse de domicilio a la brevedad.
Por otra parte, Camila Espinoza, de 32 años, residente desde hace 3 años de este barrio, sostiene que es interesante vivir en este sector, por todas las posibilidades de entretención que hay para los fines de semana, pero que “cuando se quiere descansar y dormir tranquilos, es bastante complicado porque no hay mucho resguardo policial, y es imposible hacer callar a toda la gente que se está divirtiendo y que está bailando”.
Según Espinoza, cuando optó por este lugar para vivir, pensó que era la mejor elección ya que se ubicaría en uno de los barrios más reconocidos de Santiago. En ese momento no pensó en los conflictos que tendría al encontrarse en un sitio conocido como peligroso.
“Cuando llegué a vivir aquí no me di cuenta que tanto movimiento de día y de noche, sería tan nocivo. Creo que es hasta malo para la salud tener que estar en un lugar tan concurrido, y que en ningún momento para de moverse, es una constante de ruido y de personas circulando”.
Y no es sólo el constante alboroto que se genera de los locales, también está el hecho de que llegan muchos alcohólicos a arruinar la imagen cultural de Bellavista.
“No es agradable salir de tu casa y que afuera esté lleno de borrachos acostados en los asientos. Y ese es el panorama que tienes desde tu hogar los jueves, viernes, sábados y domingos. Me arrepiento de haberme comprado este departamento, porque jamás pensé que era así casi todos los días. Mis amigos me dicen que tengo suerte de vivir en medio de las fiestas, pero no es tan fácil. El problema es que no existe la protección normativa que corresponde” señala Eduardo Baeza, habitante de un edificio en calle Pío Nono desde hace 5 años.
De esta forma, y frente a la complicada situación que viven estas personas, las Juntas de vecinos de Recoleta y Providencia, han formulado un Manifiesto de Bellavista, que es una especie de movimiento para la defensa de este barrio. Con su premisa ¡Bellavista Una Sola: Amable, Residencial, Cultural y Patrimonial!, pretenden que las autoridades les resuelvan temas como los “estacionadores ilegales”, el cese a las construcciones en altura, y la mayor regularización del “Plan de Gestión y de Normativas de uso del Espacio Público”, en el cual se tiene como objetivo que re regulen los niveles de ruido y las peleas callejeras.
Es de esperar que
“Es un proceso lento, pero en el que se logrará recuperar lo que era antes el barrio” indicó




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